Ni olvido ni perdón. Aún hoy lloro cuando veo ciertas imágenes. He evitado las más duras, las que nos muestran la realidad del dolor de un pueblo acribillado por la intolerancia y los intereses partidistas de quienes hoy ocupan sus cargos y pretenden hacernos olvidar la sangre de un pueblo derramada por codicia y avaricia política. La vergüenza de sus constantes mentiras y sus encubrimientos, las culpas de este o aquél, pero la sangre de nuestros hermanos españoles corriendo por entre unos hierros ardiendo de odio y dolor, de impotencia y de necesidad.
Mi recuerdo a las víctimas, mi abrazo a sus familiares y amigos, mi felicitación a cuantos aquél día corrieron como desesperados ayudando como buenamente podían, y mi desprecio a los ocultistas e instigadores de esta masacre.
Ni olvido ni perdón.
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