sábado, 6 de junio de 2009
Lo que nos jugamos en las Europeas
Este domingo los españoles estamos llamados a las urnas una vez más. Han pasado un año y tres meses desde que acudiésemos a elegir a nuestros representantes en los poderes nacionales Legislativo y Ejecutivo. El pueblo habló y prefirió creer en la promesa del “pleno empleo” de un partido que, doce meses después, tornaba en récord de desempleo aquella promesa electoral. España ha pasado de tener un índice de desempleo del 10 por ciento a acercarse al 20 por ciento en doce meses.
A pesar de que todos los indicadores económicos nacionales e internacionales ya avisaban de que la crisis era un hecho, había que negarlo. Estábamos inmersos en una campaña electoral y, si en período entrecampañas se pueden decir ocurrencias como que “un feto es un ser vivo, pero no un ser humano”, imagínense lo que puede dar de sí un político en plena faena para intentar arañar votos. Bueno, a las pruebas me remito.
Muchos dicen que esta ha sido “la peor campaña electoral de la historia democrática de España”. Yo no lo creo, sinceramente. Somos olvidadizos y se nota. Desde la campaña electoral de las elecciones generales de 1993, en la que los doberman hicieron irrupción con fuerza, esto es, la televisión como medio preponderante del debate político, ya todo va siendo igual o muy parecido.
Pero volvamos a las elecciones. Porque este sufragio, que no nos engañen, se vota en España. Sí, se vota igualmente en Francia, Italia, Luxemburgo y hasta en Polonia, pero a nosotros lo que nos interesa es lo que se dilucida mañana aquí en nuestro país. No, no son los 50 escaños al Parlamento Europeo, por cierto, el total son 785, así que no creo que importe mucho que el PSOE saque uno menos que el PP, o viceversa, para esa suma total. Algunos papanatas, durante estos días, han dicho que el 70 por ciento de las leyes que nos rigen se aprueban en Europa. Seamos sinceros, ¿qué ley que afecte a nuestra vida cotidiana de verdad se aprueba en el Parlamento Europeo?, ¿la Ley del aborto?, ¿la de la enseñanza?, ¿la del Impuesto sobre la renta?, ¿la del PER?. Hasta las decisiones autonómicas tienen más influencia en nuestro día a día que lo que se aprueba en Europa, sino que le pregunten a los catalanes o los baleares.
Lo que se juega en estas elecciones es la posibilidad de que los ciudadanos españoles reconozcan que hace un año votaron creyendo en un escenario ilusorio. No todos lo creyeron, eso sí, pero muchos se tragaron el cuento, seguramente pensando en los presuntos 400 euros de rebaja en el IRPF, o creyendo que la Ley de Dependencia se iba a poner en práctica. Otros quizá vivían aún embelesados por los diez años de crecimiento y bonanza que nos precedían, artificialmente prolongados a base de gasto público desmesurado.
En estas elecciones podemos, con nuestro voto, revertir la situación y decirles claramente a estos gobernantes, que nos han mentido sistemáticamente, una de dos, o cambian su actitud y comienzan a realizar las reformas estructurales necesarias, o dejan paso para que sean otros los que las acometan.
España se juega mucho más que 50 escaños en un parlamento belga. Lo que se juega es iniciar el cambio. No dejes de votar.
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