España está gafada, no nos quitamos al bobo solemne ni volando. Nuestro avión que usa ese señor, uno de ellos, se averió en las maniobras de despegue y es tiempo de acordarse de esos chistes donde saltan en paracaidas los pilotos y el pasajero se queda dentro. Parece de broma, pero ha pinchado el Falcon. No pasa nada, enseguida le hemos mandado otro que de esos tenemos muchos para campañas electorales y ver corridas de toros. Quizás hubiese sido mejor dejarlo allí un par de lustros, pero por eso de no desear el mal que no se quiere para uno mismo lo hemos vuelto a recoger y ya lo tenemos entre nosotros, junto a su flota de aviones y sus mosquitos.
En fin, esto demuestra que ni el infierno lo quiere.
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