domingo, 14 de junio de 2009
Joan, el niño envidioso
Laporta, el presidente del Barcelona, se ha quedado a gusto. Llevaba unos días, desde que Florentino fuera nombrado presidente del Madrid, hablando entre dientes (se ve que se acordaba de la ultima etapa de este como presidente, en los que el Barca se comió mas bien poquito) pero hoy ya no ha podido aguantarse mas y ha estallado.
Ha dicho que el modelo del Madrid “es imperialista con ciertos aires de prepotencia y que, además, tiene sus orígenes en el chollo" y se ha quedado tan pancho el tío, solo le ha faltado decir que es franquista y facha, para completar la gracia.
Esto me suena a rabieta de niño pequeño más que a otra cosa, y la verdad esperaba mas de el; un hombre cuyo equipo acaba de ganar el triplete debería estar mas tranquilo y saber comportarse, pero la envidia es lo es lo que tiene, que es muy mala.
Me recuerda a cuando era pequeño, todas las semanas iba a casa de mi primo (el hijo de mi padrino) y a veces me quedaba el fin de semana completo allí, el tenia un grupo de amigos que acabaron siendo míos también, bueno, todos no, porque había uno al que no podía ver. Era el típico hijo único, mimado y caprichoso que siempre tenía las zapatillas de marca (en un tiempo en que la mayoría no pasábamos de las “Paredes” ¿alguien se acuerda?) y los juguetes más caros, pero que nunca dejaba que los tocáramos.
“Me lo ha comprado mi padre y si quieres jugar te lo compras” decía el pequeño cabroncete cada vez que llegaba con el ultimo muñeco de He-man, o el Transformers de turno.
La verdad, viéndolo en retrospectiva, no se porque salía con nosotros; nadie le aguantaba, y nunca fue realmente uno del grupo, se quedaba sentado jugando el solo con el juguete de turno (no fuera que se lo quitaran) mientras los demás echábamos un partido o nos tirábamos piedras los unos a los otros con tirachinas hechos con las botellas de leche y un globo (una de esas cosas que en esta España de “cuidado con el niño, que se nos traumatiza” seria tan peligrosa como una pistola cargada)
Entre todos los juguetes que tenia ese niño (por mas que trato, no recuerdo su nombre, llamémosle Joan ;)) tenia uno que a mi me encantaba; un coche teledirigido. Pero no piensen que era como los de ahora, ni mucho menos; no tenia luces ni sonidos, y estaba unido al mando a distancia por un cable. Visto en perspectiva era bastante cutre, pero en los 80 era “lo mas” :)
A todos nos encantaba ese coche y siempre que se lo bajaba, todos le pedíamos a Joan que nos lo dejara un ratito…pocas veces lo hacia, solo después de mucho rogar te dejaba el mando y cuando empezabas a disfrutarlo te lo quitaba “porque lo vas a romper” y si insistías ya saben la respuesta “Es mío, si quieres uno que te lo compre tu padre”
Pues así estaban las cosas cuando un día a mi primo por su cumpleaños le regalaron un coche teledirigido, pero uno de verdad; un coche de policía con luces y sonidos, y sin cable. Lo mas guay que había visto en mi corta vida, solo superado por cuando Goku se transformo en “Superguerrero” :)
Desde que se lo compro todos nuestros juegos giraban alrededor del coche; construimos obstáculos con piedras para que las derribara, dejábamos medio “Bollycao” para que vinieran los pájaros a comérselo y entonces asustarlos con el coche, y campeonatos de conducción en un circuito de obstáculos improvisado, a ver quien los pasaba antes (yo era muy malo, la verdad, a mi lo que me gustaba era espantar palomas) Y es que al contrario de Joan, mi primo dejaba el coche a todos, todos disfrutábamos de el.
Ni que decir tiene que nadie volvió a acordarse del puto coche con cable…
Joan desde que vio el coche de policía no paro de criticarlo; que si gastaba muchas pilas, que si no tenia mucho alcance, que si no corría… obviamente ninguno le echábamos mucha cuenta, y eso le jodía mas :)
Por fin un día, no se que le dio (supongo que eso de no ser mas la estrella le afectó mas de lo que creíamos) que cuando estábamos jugando con el coche, este choco con el banco en el que el estaba sentado (solo, como siempre) y Joan le dio una patada mientras decía “¡A la mierda!”
A lo que me primo (que para eso el coche era suyo y era un año mayor) le respondió con una buena hostia (de esas que solo dan los niño, con mala leche y con ganas) mientras le decía “¡A la mierda tu! capullo”
Joan se fue a casa llorando, a contárselo a mama (esta clase de niños nunca se peleaban, eran los que se chivaban a mama, a la señorita en clase o al hermano mayor…) y no volvió a jugar con nosotros.
Me gustaría que Laporta fuese igual de consecuente que el Joan de mi infancia, y si quiere ser el mas guay y popular del barrio se fuera a jugar solito, pero va a ser que no, ser consecuente no es el fuerte de los nacionalistas; es el primero que va hablando por ahí de independencia y de nación catalana y esas cosas, pero también es el primero que se apunta a jugar la liga española y por supuesto, la Copa del rey…
La lastima es que a este no le dan una buena hostia; mano de santo, oigan.
Etiquetas:
Deportes,
El Emigrante,
España,
Futbol,
Los separabobos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario