"...Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro."
George Orwell. Rebelión en la Granja.
Se hace difícil encontrar una época en nuestra Historia en que la corrupción, el gregarismo suicida y la traición alcancen cotas como las actuales. Quizá la época siniestra de la Segunda República sea lo único comparable en felonía y estupidez.
No hay un solo ámbito de nuestra realidad que se libre de esta tendencia:
En el terreno moral, se está demoliendo cualquier atisbo de ética. El aborto y la eutanasia son fomentados y aplaudidos como símbolo de progresismo y modernidad.
Nuestra identidad nacional está siendo destruida concienzudamente. Mientras se desintegra la unidad territorial con la política suicida de fomento del separatismo o se proscribe la utilización del idioma español en las regiones gobernadas por nacionalistas, es considerada vergonzante la exhibición de la Bandera Nacional fuera de los eventos deportivos.
El concepto de justicia social ha desaparecido del vocabulario y de los programas de los políticos. Con los sindicatos convertidos en simples burocracias subvencionadas, fieles a la voz de su amo y con una avalancha inmigrante que está degradando el mercado laboral hasta unos niveles bananeros, la precariedad es norma donde debería ser excepción.
Lo más desalentador es comprobar la falta de respuesta a esta situación por parte de la cada vez más inane y aborregada opinión pública. Mientras en otras épocas nefastas de nuestra Historia el pueblo español supo reaccionar con vehemencia y valentía contra la iniquidad, hoy la resignación y la cobardía imperantes hacen difícil que florezca otro 2 de Mayo u otro 18 de Julio.
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