Una vez más llega la fecha que conmemora la gesta gloriosa que aún reside en las almas y los corazones de los españoles de bien y que nos recuerda que, aun con nuestros defectos, somos un gran pueblo y una gran Nación. Conviene recordar esto a aquellos que se empeñan en cuestionar nuestra existencia y catalogan a España como una entelequia, cosa que jamás se plantearon nuestros antepasados, gentes sencillas, humildes y, en muchos casos, analfabetas, pero de gran nobleza y coraje que suplen con mucho las otras carencias.
El aniversario nos recuerda también la fortaleza de la unidad, que va estrechamente asociada a la idea de Nación. Durante seis años, nadie se cuestionó si había hechos diferenciales por ser vasco, catalán o madrileño, pues todos luchaban codo con codo contra el invasor y sentían un destino común que trasciende mucho más allá del estrecho concepto de "territorio" al que ahora nos hallamos demasiado acostumbrados, por desgracia.
Otra lección a considerar es que el pueblo está muchas veces por encima de sus dirigentes, y cuando no puede ser manipulado gracias a las armas mediáticas es capaz de ver más allá de las simples luchas intestinas por el poder y advertir cuál es la realidad inmediata y las decisiones a tomar. Afortunadamente no había televisión en 1.808, pues de ser así, es muy probable que todos hubieran terminado afrancesados y los hechos hubieran sido otros.
Desgraciadamente, el espíritu del Dos de Mayo tampoco parece ser correcto a los ojos de algunos que, instalados en los parámetros ideológicos del progresismo, vienen a gustar poco del verdadero sentido de Nación —ese concepto “discutido y discutible” según Zapatero—, sustituyéndolo por esa ridiculez de
Polémicas y afrancesados aparte, no viene mal hoy recordar aquellos tristes acontecimientos, que si bien enormemente sangrientos, fueron los que asentaron los cimientos de dos conceptos que hoy asumimos como irrenunciables: España y
Fuerza y Honor.
De acuerdo,ten cuidado,no sea que también le afecte la memoria histérica esa...
ResponderEliminar