Cualquier animal ovíparo sabe que lo que hay dentro del huevo son sus hijos. Por eso, son capaces de pasarse un mes sin moverse y a veces incluso sin comer, como los pingüinos, por cuidarlos. Animales tan fieros como los cocodrilos vigilan su nido y lo defienden con sus propias vidas, para, después de nacidos, llevarlos dentro de su boca a salvo de los depredadores. Incluso las arañas cuidan de sus huevos y, algunas especies, los trasladan pegados sobre su cuerpo.
Va a tener que ir la ministra Aído a explicarles que, lo que hay dentro de sus huevos, no pertenece a su misma especie; por lo tanto, no vale la pena tantos esfuerzos. Nos quieren desnaturalizar hasta el punto en que ya no seamos capaces de distinguir a nuestras propias crías y protegerlas como haría cualquier animal no racional. No tienen bastante con devolvernos a las cavernas; ahora nos quieren reducir al estado vegetal, para poder manejarnos a su antojo.
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